El cambio climático amenaza al Ártico: ¡drástica pérdida de ozono a la vista!
La Universidad de Frankfurt coordina la campaña ASCCI para investigar la influencia del agotamiento de la capa de ozono en el cambio climático del Ártico.

El cambio climático amenaza al Ártico: ¡drástica pérdida de ozono a la vista!
Los efectos del cambio climático en el Ártico son alarmantes. En las últimas décadas, las temperaturas en esta sensible zona han aumentado aproximadamente cuatro veces más rápido que el promedio mundial. Esto tiene graves consecuencias para la capa de ozono y el clima regional. Expertos de la Universidad Goethe y del Instituto Tecnológico de Karlsruhe (KIT) coordinan los vuelos de investigación de la campaña ASCCI (Arctic Springtime Chemistry-Climate Investigations) para investigar las interacciones entre el ozono, el vapor de agua y el cambio climático en el Ártico. Las mediciones se centran en los meses de primavera, que se caracterizan por el agotamiento del ozono estratosférico, especialmente en altitudes entre 5 y 15 kilómetros.
El profesor Björn-Martin Sinnhuber y el profesor Andreas Engel lideran la campaña. El invierno actual en el Ártico se caracteriza por condiciones notablemente frías en la estratosfera, que potencialmente pueden conducir a un agotamiento significativo de la capa de ozono. Aunque las concentraciones de sustancias que agotan la capa de ozono, como los clorofluorocarbonos (CFC), están disminuyendo, la degradación de estas sustancias es un proceso largo que aún no está completamente completo. Las mediciones documentan la presencia de sustancias químicas nocivas que agotan la capa de ozono, y la investigación también permite conocer mejor el transporte de contaminantes del aire al Ártico que actúan como gases de efecto invernadero de corta vida.
Pérdida de ozono en el Ártico
Durante las últimas dos décadas, los niveles de ozono en la estratosfera inferior han disminuido drásticamente durante el final del invierno y la primavera. Las reacciones químicas con los radicales cloro y bromo son las principales causas de esta pérdida de ozono. Si bien el agotamiento del ozono en la Antártida resultó ser extremadamente grave (los niveles de ozono allí en la década de 1990 estaban alrededor de 100 unidades Dobson (UD) por debajo del promedio de 1970-1982), la pérdida en el Ártico promedia alrededor de 50 UD. En comparación con los valores iniciales 100 UD más altos, la pérdida es significativa, pero no hay ningún agujero de ozono en el Ártico y, por lo tanto, no hay un agotamiento significativo del ozono en determinadas altitudes.
Las diferencias en la destrucción de ozono entre la Antártida y el Ártico se deben principalmente a las diferentes condiciones climáticas. Si bien la Antártida se caracteriza por su forma casi circular y su fuerte aislamiento, la distribución irregular entre tierra y mar y la dinámica atmosférica más fuerte en el Ártico garantizan un intercambio más frecuente de aire más cálido y rico en ozono. Esta circunstancia también conduce a la inestabilidad del vórtice polar ártico y a una aparición más rara pero más dramática de nubes estratosféricas polares (PSC).
Previsiones y riesgos a largo plazo
Las investigaciones muestran que el cambio climático y los cambios asociados podrían afectar aún más negativamente los niveles de ozono en el Ártico. Un ejemplo de las drásticas consecuencias es la pérdida récord de ozono que se documentó durante la expedición “Mosaic” en la primavera de 2020. Durante este período, alrededor del 95% del ozono en el máximo de ozono fue destruido y el espesor de la capa de ozono se redujo a más de la mitad. El profesor Markus Rex del Instituto Alfred Wegener (AWI) explica que el cambio climático ha contribuido directamente a esta pérdida masiva de ozono. Las proyecciones muestran que esta tendencia podría continuar hasta finales del siglo XXI si las emisiones globales continúan sin control.
Las implicaciones son significativas, particularmente para Europa, América del Norte y Asia, donde una mayor radiación ultravioleta podría aumentar el riesgo de cáncer de piel y quemaduras solares. A pesar de que el Protocolo de Montreal de 1987 ayudó a reducir las sustancias que agotan la capa de ozono, como los CFC, los avances en la lucha contra el agotamiento del ozono siguen siendo críticos. El gas halogenado, que contribuye al calentamiento global, provoca simultáneamente un enfriamiento en las capas superiores de aire de la estratosfera, produciendo efectos paradójicos.
En el Ártico, el avión de investigación HALO, estacionado en Kiruna, Suecia, estará operativo hasta abril para comprender la influencia de los gases halogenados en la capa de ozono. Esta iniciativa conjunta cuenta con el apoyo de varias instituciones, entre ellas el Centro de Investigación Jülich y el Centro Aeroespacial Alemán (DLR). Los hallazgos de esta investigación son esenciales para desarrollar medios apropiados para mitigar el agotamiento de la capa de ozono en el Ártico y evaluar el impacto a largo plazo de las actividades humanas en el medio ambiente. Las concentraciones de CFC en el vórtice polar han caído al 90% del máximo desde 2000, lo que ofrece un ligero rayo de esperanza de que la situación podría mejorar a largo plazo si las emisiones se reducen drásticamente.