Hambre y desnutrición: ¡la crisis oculta en Alemania al descubierto!
Con Misereor, la Universidad de Göttingen está desarrollando un nuevo método para medir la pobreza teniendo en cuenta el acceso a alimentos saludables.

Hambre y desnutrición: ¡la crisis oculta en Alemania al descubierto!
Alrededor de dos mil millones de personas en todo el mundo padecen inseguridad alimentaria y deficiencias de micronutrientes de moderadas a graves. Estas alarmantes cifras son el resultado de una investigación exhaustiva llevada a cabo por un equipo de investigación en Universidad de Gotinga se llevó a cabo en colaboración con Misereor. El método de medición de la pobreza recientemente desarrollado tiene en cuenta el acceso a alimentos saludables y muestra que entre 2.300 y 2.900 millones de personas vivían en la pobreza en 2022. A diferencia de las medidas tradicionales que relacionan solo el 7 por ciento de la pobreza mundial con regiones distintas de África y el sur de Asia, el nuevo enfoque identifica entre el 29 y el 35 por ciento de la pobreza en estas áreas.
Las estadísticas muestran que dos tercios de las personas clasificadas como pobres viven en el África subsahariana. Jonas Stehl, estudiante de doctorado de la Universidad de Göttingen, también destaca que muchas personas que no se consideran extremadamente pobres todavía no tienen acceso a una nutrición adecuada. Pide una revisión del enfoque del Banco Mundial hacia la pobreza.
Hábitos nutricionales y desigualdad social
En Alemania se nota un aumento en el consumo de comida rápida, productos precocinados y dulces. Las personas con bajos ingresos y menor educación tienen dietas más pobres que los grupos más ricos. El sociólogo Paul Nolte afirma que no es la pobreza en sí misma, sino el consumo excesivo de comida rápida y televisión el principal problema de las clases socialmente desfavorecidas. Como resultado, existe una clara conexión entre bajos ingresos, bajo nivel educativo y un mayor riesgo de tener sobrepeso.
Los estudios demuestran que las personas socialmente desfavorecidas consumen menos frutas y verduras frescas y productos bajos en grasas. Alimentos como conservas, carnes grasas y productos procesados son más comunes en sus hogares. Además, la tasa Hartz IV no es suficiente para una dieta completa, que es, en promedio, un tercio más cara que una dieta "barata". Esto exacerba el problema de que la pobreza financiera influye en el comportamiento nutricional, pero no siempre conduce a la desnutrición.
El Hábitos dietéticos de estos hogares muestran que los problemas cotidianos a menudo dejan en un segundo plano la cuestión de una alimentación saludable. El consumo de alimentos está fuertemente influenciado por el precio, lo que dificulta las decisiones de compra y el acceso a alimentos saludables. Las habilidades de limpieza y la conciencia de una alimentación saludable desempeñan un papel crucial en un estilo de vida saludable.
Crisis alimentaria mundial y relaciones de poder
La situación alimentaria mundial se ve exacerbada no sólo por los problemas locales, sino también por la distribución desigual del poder y los recursos en el sistema alimentario mundial. Según el estudio, que en Índice Global del Hambre Como se analiza, las personas hambrientas y desnutridas suelen pertenecer a grupos social, económica y políticamente marginados. Entre 800 millones de personas pasan hambre y un tercio de la población adulta tiene sobrepeso. Esto suele ir de la mano con el hecho de que un tercio de todos los alimentos se desperdicia.
Estas desigualdades no son accidentales, sino que surgen de varios actores del sistema alimentario. Las empresas transnacionales de alimentos y las empresas de agronegocios desempeñan aquí un papel dominante. Estos acontecimientos también deben verse en el contexto de los objetivos de las Naciones Unidas de eliminar el hambre y promover la seguridad alimentaria. Sin embargo, los ODS no tienen en cuenta las diversas formas de desnutrición que están estrechamente vinculadas a las relaciones de poder.
Para abordar estas cuestiones apremiantes, se destaca la necesidad de un análisis sistemático de las relaciones de poder en el sistema alimentario, acompañado de iniciativas que busquen cambiar el control sobre el sistema. Estos movimientos abogan por la soberanía alimentaria y la justicia e intentan cuestionar el dominio de las grandes corporaciones.