El cambio climático pone en peligro los dientes de tiburón: ¡la acidificación de los océanos alcanza niveles alarmantes!

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Un equipo de investigación de la Universidad de Düsseldorf está estudiando los efectos de la acidificación de los océanos en los dientes de los tiburones y su fuerza de mordida hasta el año 2300.

Ein Forschungsteam der Uni Düsseldorf untersucht die Auswirkungen der Ozeanversauerung auf Haizähne und deren Bisskraft bis 2300.
Un equipo de investigación de la Universidad de Düsseldorf está estudiando los efectos de la acidificación de los océanos en los dientes de los tiburones y su fuerza de mordida hasta el año 2300.

El cambio climático pone en peligro los dientes de tiburón: ¡la acidificación de los océanos alcanza niveles alarmantes!

El cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y trae consigo una variedad de amenazas. Un acontecimiento particularmente alarmante es la creciente acidificación de los océanos, que está afectando a numerosas formas de vida marina. Un resultado de investigación publicado recientemente por la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf (HHU) analiza especialmente los efectos de esta acidificación en los dientes de tiburón. El estudio apareció en la revista científica.Fronteras en las ciencias marinasy examina en particular las liebres del tiburón punta negra (Carcharhinus melanopterus). Alto HHU Una mayor concentración de CO2 en la atmósfera provoca una disminución del valor del pH del agua de mar, lo que puede afectar significativamente a la estructura de los dientes de los tiburones.

El equipo de investigación examinó en detalle los cambios físicos en los dientes de tiburón a diferentes valores de pH. Mientras que los dientes se encuentran en condiciones estables con un valor de pH de 8,1, como lo experimentamos hoy, las mediciones con un valor de pH esperado de 7,3 en el año 2300 muestran anomalías significativas. Este valor corresponde a un aumento de la acidificación casi diez veces mayor. El examen microscópico reveló daños superficiales notables, aumento de la corrosión de la raíz y deterioro estructural general de los dientes en agua más ácida.

Consecuencias para los tiburones y su hábitat

Los resultados sugieren que los dientes de tiburón se vuelven estructuralmente más débiles en ambientes más ácidos, lo que los hace más susceptibles a fracturarse. Aunque el estudio sólo considera los dientes caídos y, por lo tanto, no aborda los posibles procesos de reparación en los tiburones vivos, es alarmante cuán sensible podría ser la especie a tales cambios. Las caídas moderadas del pH podrían poner en grave peligro a las especies sensibles con ciclos lentos de replicación de los dientes.

La acidificación de los océanos no es sólo un problema de los tiburones. Este cambio es una de las principales tensiones causadas por el cambio climático, junto con otros fenómenos como el calentamiento y el agotamiento del oxígeno, como el Copérnico marino informó. Las actividades humanas, como las emisiones industriales y el uso de combustibles fósiles, han provocado la liberación de una inmensa cantidad de CO2 a la atmósfera durante los últimos 200 años. Los océanos absorben alrededor de una cuarta parte del CO2 antropogénico, lo que contrarresta los efectos del calentamiento global pero también es peligroso para la biodiversidad.

Efectos a largo plazo sobre el ecosistema marino

Los niveles de CO2 atrapados cambian la composición química del agua de mar. Este aumento de acidez no sólo afecta a los tiburones, sino también a organismos calcificantes como corales, mejillones y plancton. Estos cambios pueden afectar directamente la reproducción y el desarrollo larvario de los crustáceos, lo que a su vez amenaza la biodiversidad oceánica general y las cadenas alimentarias. La pérdida de esta biodiversidad no es sólo una tragedia ecológica, sino que también amenaza la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de muchas regiones costeras.

En resumen, la investigación de HHU muestra poderosamente que la acidificación de los océanos provocada por el hombre tiene consecuencias de gran alcance para la vida marina. Es fundamental mantener el pH del océano cerca del promedio actual de 8,1 para preservar la salud de los ecosistemas y no amenazar el equilibrio de las redes alimentarias marinas.