Ojos de abeja: ¡Brújula misteriosa para los artistas voladores de la naturaleza!
Anuncio de investigación de la Universidad de Konstanz sobre los ojos de las abejas: navegación mediante luz polarizada y aplicaciones innovadoras.

Ojos de abeja: ¡Brújula misteriosa para los artistas voladores de la naturaleza!
Para comprender sus impresionantes habilidades de navegación, un equipo de investigación de la Universidad de Konstanz y la Universidad de Ljubljana estudió cómo funcionan los ojos de las abejas. Estas abejas son increíblemente buenas para volar millas desde su colmena y regresar una y otra vez. Se sabe que utilizan la posición del sol como brújula, incluso en condiciones de difícil visibilidad. Una clave importante de esta habilidad reside en la estructura especial de sus ojos.
Los ojos de las abejas, también llamados ojos compuestos, están formados por miles de pequeños ojos individuales, los omatidios, cada uno de los cuales capta la luz y la transmite al cerebro. Cada omatidio funciona como una unidad visual independiente. Se estima que las abejas melíferas tienen entre 5.000 y 8.000 de estas unidades por ojo, mientras que algunas especies de abejorros pueden tener hasta 17.000. Esta estructura proporciona a las abejas un amplio campo de visión y permite una detección de movimiento rápida y precisa.
El papel de la luz polarizada
Un aspecto clave del estudio fue comprender cómo las abejas perciben la luz polarizada. Los ojos de las abejas pueden detectar patrones de polarización a gran escala en el cielo. La parte superior de los ojos analiza específicamente esta luz polarizada, mientras que el resto del ojo se asegura de crear una imagen nítida. Esta combinación de análisis y nitidez de la imagen proporciona una percepción del cielo menos detallada pero más precisa.
Las células sensibles a la luz en los ojos de las abejas están unidas entre sí, lo que les permite bloquear información sin importancia y concentrarse en el panorama general. Esto es similar a cómo funciona el ojo humano, donde los píxeles se agrupan en condiciones de poca iluminación. Comprender estos mecanismos podría influir potencialmente en las tecnologías modernas, como la navegación autónoma. Los ojos de abeja artificiales podrían utilizarse, por ejemplo, como complemento rentable a los sistemas de navegación existentes.
Habilidades visuales y preferencias de color.
Además de su capacidad para detectar la luz polarizada, las abejas son particularmente sensibles a la luz ultravioleta. Esta capacidad es crucial cuando se trata de encontrar flores ricas en néctar y polen. Las abejas tienen visión tetracromática, lo que les permite ver un espectro más amplio de colores, incluidos colores invisibles para los humanos. Sus preferencias de color tienden a centrarse en las flores azules y moradas.
Los ojos compuestos de las abejas les permiten ver el mundo como un mosaico de imágenes individuales, a diferencia de los humanos que perciben una imagen continua. Esto les da a los insectos la oportunidad de orientarse bien incluso en condiciones de poca luz. Además, las abejas utilizan puntos de referencia visuales en su entorno para encontrar el camino de regreso a su colmena. Se comunican a través de señales visuales, en particular la famosa danza del meneo, para compartir información sobre las fuentes de alimentos.
Estos hallazgos sobre los ojos de las abejas no sólo son fascinantes, sino que también resaltan la complejidad de sus sistemas visuales y su importancia para su supervivencia. La publicación del estudio, que apareció en "Biology Letters of the Royal Society Publishing", proporciona información interesante sobre la fisiología y el comportamiento visual de estos insectos vitales.
En estos temas trabaja intensamente Georgios Kolyfetis, estudiante de doctorado en neurobiología de la Universidad de Constanza, con el apoyo del Dr. James Foster y el Prof. Gregor Belušič, quienes investigan activamente la percepción de la luz polarizada y la fisiología del sistema visual de los insectos.